sábado, 25 de mayo de 2013

Aquí están, estos son, los soldados del patrón


Leonardo Nesta y Javier Musso

El pasado 7 de mayo, se presentó en sociedad el Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo (PECT). Lejos de mostrarse como la molécula de un nuevo laborismo de los ‘40 o incluso un PT a la brasilera, el PCET moyanista salió al ruedo con más características de colateral burocrática del peronismo disidente, que de engendro político al servicio de la casta sindical. Aun así, tanto el acto de lanzamiento, como el hecho en sí, quizás un nuevo momento en la ruptura de la CGT con el gobierno, contienen elementos para ser analizados y respondidos desde la izquierda revolucionaria.
Lo queremos analizar porque dentro del proceso de recomposición subjetiva que recorre al movimiento obrero de distintos países del mundo, con su expresión en argentina, en el inicio de ruptura de amplias franjas de trabajadores con el gobierno k, Moyano es una "versión" distorsionada de este proceso. A su vez, dentro de este fenómeno político extendido en Latinoamérica, queremos aportar para el análisis, una comparación con el proceso que se está desarrollando en Bolivia sobre todo de ruptura de la clase obrera con el gobierno de Evo, y donde, con una dinámica opuesta se está desarrollando la fundación de un Instrumento Político de los Trabajadores.

Camperas blancas, camperas negras, y Juan Domingo en tu corazón.

Desde aquel recordado acto en River, donde Moyano lanzo la consigna "un obrero a la Rosada" como forma digerible de decir un “burócrata al poder”, al cual  Cristina respondió, con un inicio de hostilidades, en el 2011 "no hay lugar en las listas para morochos", la pelea de Moyano con el gobierno tomo el carácter de un divorcio político. Dicha disputa se desarrolló atravesada por la crisis de sucesión k, su agotamiento como modelo y en el marco de un proceso, el genuino, de un sector de la clase obrera que puja por mantener las conquistas adquiridas durante los años de desvío K. Esto tuvo expresiones de masas en el paro de camionero, que puso al día la centralidad de la clase obrera desabasteciendo parcialmente la capital y, con el parazo del 20N donde sectores de masas del proletariado mostraron la disposición a pelear por sus reivindicaciones contra el gobierno.
En este marco, el lanzamiento del PCET da por cerrada, al menos mientras dura la coyuntura electoral, una etapa inicial de enfrentamiento donde el aspecto reivindicativo del Impuesto al salario levantado por la burocracia moyanista,  que entusiasmo a más de uno, era el eje. La política ahora es de desvío abierto y circunscrito al peronismo, donde el cálculo electoral y las movidas “por arriba”, darán el contenido a la contienda. La soledad de Micheli,  y el acto del 1º de mayo en la alianza con de la Sota, Lavagna, de Narváez muestran que la dinámica sigue este curso.
Efectivamente en esta primer etapa, entusiasmados por la capacidad de daño del sindicato camionero, muchos analistas comenzaron a tratar a Moyano como “la esperanza negra de la argentina blanca”  y se dedicaron a especular con la génesis que llevaría, o no, al camionero al sillón de la Rosada. El propio acto en sí, llamado en una fecha patria para la liturgia peronista, como el escenario, con un fuerte componente de cuero y gamuza y el conjunto de los oradores (Laburu, Schmidt, Facundito y Plaini) e invitados (Lavagna, de Narváez y Buzzi, entre otros), demostraban que se trataba de un acto político de la burocracia más rancia, con un alto contenido doctrinario.
La fundación de este partido tiene como premisa ser la base de maniobras para aportarle una estructura al peronismo disidente. Lejos está de alguna formulación cercana a un  PT de Lula, en sus inicios un partido obrero-burgués, ni tampoco del laborismo de Cipriano Reyes,  en principio, por su composición esencialmente de burócratas de todo tipo, a pesar del componente camionero, como así también  por la ausencia de un programa y estatutos claros. El PCET de Moyano no clasifica ni siquiera como partido obrero burgués. Sólo cabe catalogarlo como colateral burocrática del peronismo disidente. Una de las tres B que necesita todo proyecto peronista para funcionar en términos “normales”. De ahí la incomodidad de Schmidt cuando en su discurso planteó la extrañeza de tener que fundar un partido nuevo. Parafraseando a la propia burocracia, Moyano renuncio al PJ pero no al peronismo, por eso la continua referencia, en cada uno de los discursos, al general, al movimiento obrero y a la militancia política, combina la intención, por un lado, de aportarle una estructura militante a la aún invertebrada oposición y, por el otro, de responder, desviando y conteniendo, a la politización de masas en el MO y el proceso de ruptura que mencionamos arriba. Los trabajadores y los jóvenes que son llamados a militar, a poner la política como fundamento de la vida, son convocados, en definitiva, para mantener el orden capitalista en todos sus aspectos, desde el dominio y la explotación del burgués, hasta la existencia de una casta gusana que vive de nuestra sangre, sobre la precarización, el trabajo en negro y la terrible vida del joven trabajador, nada dicen.

Con gas, sin gas, mineros en La Paz 

Así cantaban miles de mineros que se enfrentaban a la represión  con balas y gases en Bolivia. En Argentina, como en distintos países de Latinoamérica, se demuestra una experiencia del movimiento obrero con los gobiernos posneoliberales. La fundación del PCTE es una expresión distorsionada de este proceso en Argentina, pero como colateral burocrática del peronismo disidente. Radicalmente distinto es el proceso que se viene dando en Bolivia respecto al Instrumento Político de los Trabajadores impulsado desde la COB. El punto de comparación, si hubiera alguno, está en la base del proceso (la ruptura con los gobiernos posneoliberales) y no en la dinámica, que va por senderos distintos. La experiencia del movimiento obrero boliviano con el gobierno de Evo Morales es previa: la rebelión de los fabriles en el 2010, las luchas salariales en el 2011 y 2012, la lucha de los salubristas en el 2012 contra la reforma de tinte neoliberal del MAS. Sin embargo, las "jornadas de mayo" son un salto en calidad. Durante dos semanas la clase obrera estuvo en el centro de la escena con sus destacamentos de vanguardia: los mineros de Huanuni, fabriles y magisterios.

Pero esta jornada de lucha está atravesada por una importante discusión en la vanguardia obrera, que es la fundación de una herramienta política propia de la clase obrera. A diferencia del PCTE, fundado desde arriba para que los trabajadores vayan detrás de algún proyecto burgués, en el proceso de fundación del IPT se desarrollan tendencias contradictorias. Por un lado la burocracia que dirige la COB (que tiene divisiones en su interior), cuyo objetivo es fundar un PT que sea una colateral del MAS o de máxima una oposición que haga "presión" sobre el gobierno. Con un programa de independencia política pero que en los hechos era papel mojado. Al igual que en Argentina, podríamos decir que este proyecto de la burocracia de Trujillo es una expresión distorsionada del proceso de ruptura de la clase obrera con Evo que se empezó a dar desde el 2010. Pero la burocracia sindical en Bolivia mantiene una diferencia respecto a la burocracia sindical peronista en Argentina, que responde a otra "tradición" o a otra forma de estar integrada al Estado. Históricamente las distintas burocracias que dirigieron la COB no se integraron a ningún partido de gobierno (aunque sí hubo burócratas como Lechín que ocuparon cargos en el Estado). Más bien actuaron corporativamente como "partido sindical" integrados al régimen, actuando como sector de presión.
Pero la diferencia central con el proyecto del moyanismo radica en la otra tendencia que se desarrolla al interior del IPT y es que en Bolivia existe una vanguardia organizada al interior del movimiento obrero que ocupa un lugar estratégico como son los mineros de Huanuni. Esta vanguardia no pudo ser desconocida por la burocracia si tenía el objetivo de fundar un Partido de los Trabajadores desde la COB. La participación de estos sectores, junto con los magisterios, fabriles y salubristas le dan otro contenido al IPT. Un partido que puede surgir orgánicamente en la clase trabajadora. 
Estas tendencias opuestas se expresaron en la intervención en las Jornadas de Mayo y deben ser parte de las lecciones centrales de cara al II Congreso del IPT en Oruro: o se conforma un partido obrero burgués que actúe como presión al gobierno de Evo, golpeando para negociar, actuando corporativamente como "partido sindical" sin el objetivo de que los trabajadores se hagan del mando, o la vanguardia obrera que demostró en toda Bolivia una gran disposición a la lucha se impone sobre la burocracia y los sectores masistas al interior de la COB, pudiendo ser el embrión de un Partido Revolucionario en Bolivia. Esto también depende la influencia que consigamos los revolucionarios en dicho proceso.
Para ir en ese camino, tanto estas jornadas como la gran historia de lucha de clases del proletariado boliviano tienen que servir de experiencia para esta clase trabajadora que se empieza a recomponer subjetivamente desde la gran derrota de mediados de los ‘80. En primer lugar se demostró la posición estratégica de la clase obrera respecto a los "movimientos sociales", con capacidad para paralizar los principales engranajes de la economía haciéndoles perder millones a los capitalistas. Así también lo demostró el parazo del 20N en Argentina. Pero esa enorme potencia pierde profundidad si se queda en demandas reivindicativas como quiere la burocracia de la COB. El IPT se debe dotar de un programa y una estrategia que haga carne la alianza de los trabajadores con los campesinos, pobres urbanos y estudiantes, un gran límite de la dirección de la lucha y por ende de la propia dirección provisoria del IPT que en esta pelea brilló por su ausencia. 

Independencia de clase y hegemonía proletaria

El contrapunto desarrollado en este post plantea como conclusión que los procesos en curso en el MO mundial necesitan de una política revolucionaria para desarrollarse y triunfar. A distintos niveles, tanto el planteo de independencia de clase, como el de hegemonía política tienen el fundamento en el curso de la lucha de clases mismas, en otro nivel, la unidad de las filas obreras, sobre todo en Argentina, y con la juventud trabajadora (ampliaremos), juega un rol vital para organizar a los trabajadores, pero queríamos concentrarnos en estos dos primeros, para dar cuenta de, que la imperiosa necesidad de hacer política orgánica en el movimiento obrero, aunque difícil y contra la corriente, es la tarea central para todo partido que se proclame por la revolución socialista. 
En Bolivia, el Pacto militar-campesino fue la base de la dictadura de Barrientos en 1965, que posibilitó la derrota definitiva de las conquistas de la Revolución del ‘52. La vanguardia obrera estaba dotada del programa más avanzado que dio el proletariado latinoamericano, las Tesis de Pulacayo. Pero no contó con una herramienta política, un partido revolucionario, que tuviera una estrategia de ligar a los poderosos mineros con la mayoría campesina e indígena. Una política hegemónica para unir a la nación oprimida, levantando las reivindicaciones propias de cada sector y tirar abajo el gobierno del MNR imponiendo un Gobierno obrero. Que la vanguardia obrera boliviana logre imponerse sobre la burocracia de Trujillo implica desarrollar esta alianza, como uno de los puntos centrales de la estrategia revolucionaria en Bolivia.
La solidaridad que brindaron los indígenas y campesinos del TIPNIS en las Jornadas de Mayo, puede ser un embrión de esta alianza expresada en la conformación del propio IPT con espacio para estos sectores. Que distinto hubiese sido si la dirección provisoria del IPT hubiese impulsado acciones de solidaridad en el movimiento estudiantil, en sectores campesinos y originarios, llevando adelante bloqueos en toda Bolivia para que la lucha triunfe. Desarrollar esta alianza estratégica es una tarea fundamental que debe pelear la vanguardia obrera contra la dirección provisoria del IPT.
En Argentina no está descartado, hipotéticamente  que en el proceso de ruptura de sectores importantes de la clase obrera con el gobierno, puedan surgir intentos de PT por parte de la burocracia peronista, que a diferencia del PCTE de Moyano, se dé como un proceso orgánico, aunque no vemos en el horizonte esta tendencia, es necesario reflexionarla como ejercicio político  Otra posibilidad es que, pos elecciones, la relación de estas franjas del movimiento obrero con el gobierno, y junto con ello Moyano, pueda tomar una nueva dinámica beligerante, pero sin dudas que cualquiera de las opciones de la burocracia dejara afuera a un sector enorme de la clase, los precarizados, de sus reivindicaciones, y llevara a otro, los sindicalizados en blanco, tras una variante burguesa, entre las tareas inmediatas la unidad de las filas y la independencia de clase toma un rol preponderante.
Desde una perspectiva político/ideológica,  estas variantes políticas, plantean la necesidad de una clarificación político-ideológica del peronismo como una herramienta al servicio de la burguesía, por la conciliación de clases. En este sentido estaremos entregando una serie de posts, a modo de apuntes generales, donde desarrollemos a grandes rasgos, la génesis del movimiento obrero argentino que cuenta con una de las tradiciones de lucha y organización más importantes de Latinoamérica y lejos está de la caricatura que ofrece el peronismo y sus ideólogos, endilgándoles al Movimiento Obrero no ya su nacimiento ligado a la figura de Perón, sino incluso una naturaleza peronista a su conciencia. 
Por otro lado, como decía Trotsky, la clave de la organización independiente del proletariado en partido político, está en la intervención que tengan los revolucionarios en los sindicatos y el peso de esta fuerza subjetiva en ellos. Entonces, sea la variante, poco probable en esta coyuntura, de un PT surgido de la clase, u otra, más probable de desarrollo político del proceso de ruptura política con los K,  la clave para los revolucionarios es como desde hoy empezamos a desarrollar células y agrupaciones por fábricas que estén preparadas para dar esta batalla de manera orgánica. Los triunfos en Lear, Latin Grafica, la lucha dada en Pepsico, las listas opositoras en el Suteba, el FURA de Neuquén, el Sindicato Ceramista de esa provincia, la lucha por la democracia sindical en VW Córdoba y las decenas de agrupaciones de jóvenes precarizadxs que impulsamos desde el PTS son un punto de apoyo inicial, pero importante, para esta tarea de enorme envergadura que nos toca como marxistas.


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