viernes, 4 de marzo de 2016

Lula, un terremoto en Brasil y dos breves Apuntes



La detención de Lula en Brasil movió el avispero político argentino y latinoamericano, además de obviamente el local. Ya se ha señalado acá como se debe mantener una posición política independiente en relación a las disputas que enfrentan a diversos sectores burgueses.

Sin embargo, hay dos elementos que merecen una reflexión un poco más desarrollada y que están presentes en todas y cada una de las declaraciones que se ven y escuchan.  

Primero, vuelve a confirmarse la norma que demuestra que los gobiernos progresistas o pos-neoliberales lejos estuvieron de atacar seriamente a los “poderes fácticos”, “corporaciones” o demás títulos que puedan endosárseles para  definirlas.

Emir Sader escribe en la tarde de este viernes que “la derecha brasileña siempre creyó que en algún momento el Partido de los Trabajadores iba a ganar, pero terminaría por fracasar y a partir de ese momento podría volver a dirigir el país con tranquilidad. Lula ganó y resultó ser el mejor gobierno que jamás tuvo el país. A partir de ese momento empezó la caza a Lula.

No pudieron impedir su reelección en 2006, ni que él se encargara de eligir a su sucesora, reelegida en 2010 y 2014. Ahora Lula aparece como favorito para ganar las elecciones de 2018 y volver a ser presidente de Brasil.

Sumida en la desesperación, la derecha busca la comunión de todo lo que tiene a su alcance: sectores de la judicatura, de la Policía Federal, los grandes medios de comunicación privada. Todos ellos unidos con el fin de acabar con Lula. Una campaña que se intensificó a partir del discurso de Lula en Rio de Janeiro con motivo del aniversario del PT, el pasado 27 de febrero, cuando declaró públicamente que si era necesario para garantizar la continuidad del proceso de cambios iniciado en 2003, él se presentaría de candidato nuevamente”.

La confesión del intelectual brasilero de que la derecha tiene un peso brutal en sectores de la justicia, las fuerzas represivas y los grandes medios de comunicación pone en evidencia los límites de una política reformista sobre el Estado capitalista como la que planteó el PT.

Vale la pena recordar que, desde mediados de los años 80’, el PT era mostrado como el modelo de una política que podía conquistar hegemonía “desde abajo” y avanzar en la “radicalización de la democracia” (el fallecido Ernesto Laclau, antes de hacerse kirchnerista, lo citaba como ejemplo siempre que pudiera). Ese paradigma teórico, que en política implicaba administrar con rostro progresista al Estado capitalista, está mostrando sus profundos límites. A pesar de las ventajas de un crecimiento “a tasas chinas”, la derecha mantiene un poder enorme en la “sociedad civil” y en el Estado mismo, como lo admite Sader.  

Esto no obtura que estamos ante una operación política marca Acme. Que la casta judicial –gran parte de ella- opera al servicio de la derecha tucana, tampoco. La pregunta es cómo, después de 14 años de gobiernos de “izquierda”, la derecha conserva tanto poder. La realidad argentina no dista casi nada de esa imagen.

Con las diferencias del caso, Latinoamérica entera muestra el mismo devenir. La derrota electoral –hace pocos días- de Evo Morales en el plebiscito sobre una nueva reelección, es la última ficha de un dominó continental (o subcontinental) que cae a derecha.

La segunda pregunta o reflexión cabe sobre cómo actuará el PT y la misma CUT. Este viernes Lula declaró que “lo que pasó tenía que pasar para que el PT levantase la cabeza. Vamos a empezar de nuevo”.

¿Se puede “empezar de nuevo” después de 14 años de integración al Estado burgués? Hace poco menos de un año analizábamos en parte ese ciclo de integración y decíamos que “el PT emergió como un partido que expresaba a amplias capas de la clase trabajadora y los sectores populares en el cuestionamiento al régimen capitalista de Brasil. Pero su integración al mismo lo llevó a convertirse en el vehículo del ajuste en curso”. Esto marca los contornos de la resistencia que el PT podría desplegar.

En la noche de este viernes se conoce que la CUT llamó a una “vigilia” por Lula y a conformar un “Frente Amplio en Defensa de Lula”. Para ser una central que agrupa a varios millones de trabajadores suena a una perspectiva de lucha modesta en defensa de su máximo líder.
Sin embargo, las imágenes de este viernes, dan la pauta de una tensión política y social subiendo con fuerza. Aún está todo por verse, aunque no queríamos dejar de hacer dos Apuntes.