sábado, 17 de agosto de 2013

Entre la “guerra” en el peronismo y la emergencia de la izquierda. Apuntes sobre las PASO y el “fin de ciclo” (II)




Eduardo Castilla
 
Con el correr de los días va quedando en claro que el escenario político hacia octubre está abierto y que aquellas elecciones, junto a las PASO, son un prólogo extendido a las del 2015. Las listas patronales “ganadoras” de hoy, tienen todavía un camino por recorrer para consolidarse como verdaderas “opciones de poder”. De conjunto, al no definirse un claro ganador al interior del peronismo los comicios abren un camino de futuras crisis, choques y contradicciones, donde no faltaran las maniobras, las denuncias cruzadas sin descartar que algún “muerto” termine siendo depositado en la puerta de la Unidad Básica contraria. En este escenario, la oposición no peronista puede tender a emerger y convertirse en una opción política para las clases medias y sectores del movimiento obrero más conservadores. Pero al mismo tiempo, esta situación de crisis y conflictos abre una posibilidad para que la izquierda revolucionaria se transforme en un factor actuante, que utilice la crisis “de los de arriba” para poner en acción al “abajo” obrero, popular y juvenil, aprovechando a su favor el “fin de ciclo” en curso.  

Massismo y Sciolismo ¿hacia un peronismo en guerra?

Como dijimos en un post anterior, la elección no definió aún el tema central de la sucesión al interior del peronismo. Lejos de ello, parecen perfilarse dos bloques o fracciones. Uno que podría expresar el acuerdo (inestable) entre sciolismo y kirchnerismo y otro detrás de Massa, en el que podrían confluir sectores del peronismo de derecha, como De la Sota o la burocracia sindical moyanista, que deberá tender puentes para reacomodarse luego de la debacle de De Narváez.
Scioli anunció que el presidenciable del 2015 se debería dirimir en internas. Una confesión de que la “madre de las batallas” recién está en gateras y, si salgo enseña la historia, es que las peleas en el Conurbano, lejos están de resolverse por medio de la argumentación y los discursos. Como se dice acá Asoma un período de sobres y amenazas que raramente se reflejará en las tapas de los diarios, aunque el realineamiento de los intendentes del conurbano dará pistas sobre los destinatarios –de sobres o amenazas–. La nueva política queda para alguna otra elección”.
Parte de la guerra estará marcada por la apertura del “libro de pases” que, seguramente, no verán la luz del día de manera más o menos inmediata. El balance de Mario Ishi hacia La Cámpora y el pedido de “cambios en el gabinete”, junto a la posibilidad de “provincializar las elecciones” parecen estar expresando las tendencias centrífugas de una coalición que supo ser fuerte en el marco de un escenario de crecimiento económico.
Pero la política, en tanto economía concentrada, refleja los límites estructurales del kirchnerismo para “volver a enamorar” a los trabajadores y la juventud. En esa limitación estructural radica el movimiento político de sectores de trabajadores y la juventud tanto hacia el Massismo como, en menor medida pero no por eso menos fundamental, hacia la izquierda como se señala acá. Algo que categóricamente se expresó en el voto al FIT. Manolo Bargue, bloguero P que algo “conoce” del territorio bonaerense, advierte que las mayores pérdidas electorales se dieron en el segundo y el tercer cordón del Conurbano, zonas de fuerte composición obrera y popular.
En esta batalla por la sucesión dentro del PJ, el kirchnerismo puro y duro está pasando a mejor vida. Muy lejos en el tiempo quedó el “triunfo de Néstor” sobre el aparato del peronismo bonaerense. La elección del domingo hará, ahora, a los intendentes  dueños de su propio terruño porque resulta evidente que la imagen de la “Jefa” no garpa. Algo de eso parece insinuar E. Meler cuando afirma que “La “revancha de los territoriales”, clara en las provincias de la periferia tradicional, pero visible incluso en Buenos Aires bajo la sombra de Martín Insaurralde, recobra para el ámbito local la primacía que le corresponde, y renegocia las cuotas de poder con un gobierno que, si bien no está –ni mucho menos- en retirada, ha visto bajar sus acciones en estos dos años. Se viene un bienio en que el oficialismo será nominalmente el mismo, pero las negociaciones se harán más largas, y los rostros presentes de reunión en reunión serán también otros”.
Así, para usar los términos de Juan Carlos Torre, el peronismo “permanente” se impone sobre el peronismo “contingente”. Será entonces la planta baja la que dicte las normas de convivencia con sus inquilinos de arriba. 

Lágrimas en La Biblioteca

Otro síntoma categórico del “fin de ciclo” lo constituyen los intentos vacuos de los intelectuales K de negar ese mismo proceso. Hemos venido viendo a intelectuales y al periodismo comprometido (con el gobierno) de Página12 destilar ríos de tinta en la refutación de la idea de “fin de ciclo”. Tanto énfasis no se justificaría si no fuera porque implica una profunda crisis consigo misma para la progresía oficial K que debe ahora, hacer apología de la retirada. Esa misma intelectualidad que ayudó a construir con sus propias manos el relato, debe ahora buscar las justificaciones de un acuerdo con el “tiempista” Scioli. Esa misma intelectualidad, sobre la que escribimos aquí hace unos meses, se sigue golpeando la ñata contra el vidrio cruel de la realidad.
Durante meses leímos y escuchamos a los intelectuales agrupados en Carta Abierta (y en el conjunto de la centroizquierda K) que la única garantía de “continuidad del modelo” residía en la Compañera CFK. La persona era el modelo y el modelo encontraba en ella su perfecta encarnación. Pero, a pocas horas del cierre de las urnas, el mensaje común de nuestra prosaica intelectualidad, fue que el “fantasma de la reelección” había quedado fuera de discusión y esto permitiría seguramente subir en las elecciones de Octubre. Espantando al espectro pretenden convocar los votos en dos meses. Pero hasta ahora, sólo Víctor Sueiro ha logrado regresar de la muerte.
Si la intelectualidad K se vio obligada a la “sapofagia” en función de “defender el proyecto”,  estas elecciones no parecen haberle dado más que un barniz de realismo. A pesar de los golpes de la política, utópicamente siguen llamando a “abrir el diálogo”, como pide Horacio González. Pero a esta altura resulta evidente que no habrá tal diálogo. La etapa “bonapartista” del kirchnerismo clausura la posibilidad del debate y la disidencia. Allí reside (o residía) la funcionalidad de La Cámpora: obsecuencia sin discusión, a pesar de los chiflidos de la realidad.
Así, el “significante vacío” que siempre fue la “defensa del modelo” ¿se llenará a partir de ahora con el nombre Scioli? La próxima Carta Abierta nos lo dirá. Esperamos ansiosos su publicación.

Las elecciones y la izquierda: entre la invisibilización y los intentos de integración

Como ya señalamos el Frente de Izquierda hizo una muy buena elección, logrando 900 mil votos en todo el país con importantes votaciones en el interior pero además con buenos resultados en franjas del movimiento obrero. Dentro de este marco, un aspecto central es que emergieron, en algunos sectores, aún minoritarios de la clase trabajadora, tendencias a la militancia por la elección del FIT. Este es un elemento muy importante que enfrenta (aún embrionariamente) la tradición que forjó el peronismo de dividir la lucha y la actividad sindical de la actividad política, confinada a la casta que se dedica a la misma.
La política de los medios de comunicación y el conjunto de las instituciones del régimen hacia la gran elección de la izquierda tiene un movimiento pendular que oscila entre la invisibilización y el intento de integración. Así, la gran elección del Frente de Izquierda en Santa Fe, donde obtuvieron casi 50mil votos y lograron importantes votaciones en zonas obreras como San Lorenzo o en Villa Constitución y San Nicolás, está siendo ocultada por el conjunto de los medios de esa provincia, intentando borrarla directamente del mapa de los resultados.  
Al mismo tiempo, presenciamos el intento por integrar a la izquierda al régimen, “unificando a todos los ganadores” de esta elección, más allá de las profundas diferencias de clase que expresa cada programa político. Tanto las felicitaciones públicas de Cobos en Mendoza como de De la Sota en Córdoba a las elecciones del FIT van en este sentido, pretenden “reducir la distancia” entre el electorado del FIT y el electorado general. Los votos son así un marco común para todas las fuerzas políticas, más allá de las diferencias que se esconden en cada partido, en función de las clases sociales a las que representa o aspira a representar. Sobre estos rasgos de la democracia capitalista y el rol del sufragio hemos escrito con más detalle aquí.
Estos intentos de ocultamiento e integración intentan limitar la influencia que pueda llegar a conquistar la izquierda. Precisamente lo que está en cuestión es si podremos aprovechar el peso electoral conquistado por arriba para avanzar en el diálogo y la organización con franjas cada vez más amplias de la clase trabajadora y la juventud que quiebra vínculos con el kirchnerismo y transformar eso en la base de la construcción de un fuerte partido revolucionario de vanguardia.
Volvamos al post de MB que citamos más arriba. El bloguero P(eronista) afirma que “Donde hay Comisión Interna, participar. Donde no la hay, crearla. (…) En cuanto a los T (los trotskistas), que espero que realicen una gran elección, y la Burocracia, que están más para la mortaja o el pañal de adultos; verán aparecer ¿nuevos? jugadores para disputar las Conducciones del MOO”. A pesar del lenguaje críptico, se puede entrever que la preocupación de MB tiene que ver con las posibilidades que estas elecciones abren para los T al interior de la clase obrera. La preocupación no reside sólo en el caudal electoral, sino en ser parte de “disputar” las conducciones del movimiento obrero organizado.
Esta posibilidad emerge como resultado del entrecruzamiento de dos factores. El primero es la gran elección de la izquierda que no es sólo un resultado fortuito, producto de la vacancia en los espacios político, sino el producto de una militancia consciente y perseverante en fracciones de la clase trabajadora desde hace años, lo que se ha evidenciado en la conquista de comisiones Internas, cuerpos de delegados y en múltiples batallas parciales. El segundo factor es la limitación profunda del peronismo (en su versión K y en su versión Massa) para dar solución a las demandas reales de las masas trabajadoras. Los límites del kirchnerismo son los límites “a izquierda” del peronismo actual. El Massismo se halla a su derecha, presentándose como el candidato de las patronales. Hoy CFK, con su llamado a dialogar con los “titulares” se propone precisamente disputar ese lugar, el de garante de las ganancias capitalistas.
Frente a ellos, y en el marco del declive estructural del gobierno, para la izquierda se plantea la posibilidad de avanzar en convertirse en una fuerte corriente en el movimiento obrero y la juventud, a condición de no ser ajena al desarrollo real de esas fracciones de vanguardia y peleando claramente contra los intentos de domesticación con los cuáles la clase capitalista y sus políticos, intentan frenar ese potencial desarrollo.  



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