viernes, 15 de noviembre de 2013

¿Hacia la emergencia de una nueva subjetividad obrera en Córdoba? Lucha de clases, crisis política y nuevas tendencias en el proletariado industrial



Fotos:  Abigail Posadas

Eduardo Castilla
Hace poco más de un mes cronicamos la gran acción de los trabajadores de Cargo-Renault en defensa de su compañero César Aguja Quiñones. Acción que implicaba un desafío, en el marco de muy difíciles condiciones, a la alianza estratégica entre burocracia sindical y multinacionales que reina en Córdoba. Este miércoles los trabajadores de VW tomaron y multiplicaron ese ejemplo, paralizando el funcionamiento de la planta MQ250 en apoyo a los compañeros que luchan por su reincorporación, resistiendo el apriete patronal que, incluso, amenazó con utilizar a la Policía provincial dentro de la fábrica, algo inédito en la historia de las últimas décadas. Estas dos duras acciones se dan en un marco político y social donde se entrelazan crisis políticas por arriba, como bien señala Joaquín Ramírez acá, y los primeros ataques de las patronales para intentar descargar la baja de su rentabilidad sobre la clase trabajadora.
La pregunta que queremos plantearnos es si este conjunto de factores están permitiendo o no una recuperación subjetiva de las fuerzas del proletariado más concentrado de la industria. Estas pequeñas grandes batallas de Cargo y VW ¿muestran una tendencia más profunda donde la clase obrera más concentrada empieza a reemerger en la escena provincial? 

Una fuerza social objetiva…

En otras ocasiones señalamos que el régimen político provincial y su derechismo no se corresponden con la relación de fuerzas realmente existente. Hemos apelado a Gramsci para afirmar que el primer nivel de las relaciones de fuerzas está dado por el desarrollo de las fuerzas productivas (“relación de fuerzas sociales estrechamente ligadas a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres”) mensurable en cantidad de fábricas y establecimientos pero, centralmente, en la fuerza social que tiene la clase obrera en sí, no como clase consciente de su potencialidad estratégica (clase para sí).
Podemos evaluar esa fuerza social, por ejemplo,  a partir de información suministrada por la Dirección provincial de Estadística y Censos. Desde que se publicaron estos datos, las variaciones en el mercado laboral no fueron tan significativas como para alterar la estructura de conjunto. El relevamiento indica que, en el 1º trimestre del 2012, se registraban 523.085 asalariados en el sector privado de la provincia. De ese total, 107.840 se agrupaban en la industria manufacturera. Esta fracción de la clase obrera, concentrada en la producción fabril,  creció exponencialmente entre el 2002 y el 2011, pasando de 58.700 trabajadores a 106.000, casi duplicándose.
En la rama metalmecánica, según consigna la misma fuente, había 18.029 operarios dentro del rubro “Producción de vehículos automotores”. Agrupados en ramas afines, había 8.896 trabajadores en la categoría “Otros productos de metal” y 11.141 en “Maquinaria y equipo”. Esta estadística no permite más que una aproximación general, pero tiene la utilidad de dar cuenta del agrupamiento de más de 30mil trabajadores en terminales automotrices y autopartistas. Ese poder se evidencia en las grandes concentraciones obreras. Sólo en las principales empresas se agrupan casi 10mil trabajadores: VW con 1900 operarios, Renault con 2700, Fiat con más de 3000, además de Iveco y Gestamp con cerca de un millar cada una.
Esta franja de la clase trabajadora, que equivale a poco más del 7% de los asalariados privados, tiene la capacidad de golpear sobre un sector central de la economía provincial. Para citar sólo un ejemplo de ese poder, sobre las exportaciones de 2011, los productos de este sector superaron los $2000millones, equivalente al 18,2% del total provincial. Una fuerza social impactante.

…con debilidades subjetivas

Pero si esa fuerza social (nivel 1 de la relación de fuerzas) no tendía a expresarse en el nivel 2 (limitadamente, en el primer escalón de lucha por los intereses corporativos) se debe, en una proporción enorme, al rol nefasto que cumplió la burocracia sindical al interior del movimiento obrero. En esta rama, a través del SMATA y la UOM.
La conversión de la burocracia sindical en policía al interior del movimiento obrero (ver acá) alcanzó  niveles extremos al interior de estas organizaciones. Cualquier atisbo de oposición tendió a convertirse, inmediatamente, en el inicio de una caza de brujas y en persecuciones abiertas que terminaban en expulsiones, como ocurrió con nuestro compañero Hernán Puddu en Iveco, o despidos de activistas opositores, como sucede con los compañeros de la Lista 2 de VW.
La profunda integración entre las conducciones de esos gremios y los negocios de las multinacionales significó un avance cualitativo de éstas sobre este sector del movimiento obrero. Las burocracias sindicales se convirtieron en garantes de la rentabilidad capitalista. La reestructuración de las formas de contrato, que avanzó cualitativamente post crisis del 98-2002 hacia la tercerización y contratación masiva, permitió aumentar las ganancias capitalistas. La conformación de un ejército de trabajadores precarizados no habría podido realizarse sin el aval abierto de la conducción sindical que, obviamente, recibió pingües beneficios por esta labor anti-obrera (como “contribuciones empresarias” de este tipo).
Sobre estas bases estructurales, donde impera la división de las filas obreras entre contratados, tercerizados y efectivos, se dieron las principales batallas en la industria automotriz de los años recientes. El resultado de las mismas es parte de la forma contradictoria en que se presenta la relación de fuerzas actual.

Derrotas parciales y procesos latentes

En el año 2006 escribíamos con Fernando Rosso que en el marco de la recuperación del movimiento obrero que venimos señalando, se potencian las tendencias de los sectores más precarizados a luchar por mejorar su situación (…) Esto lo vemos incipientemente en la lucha que llevan adelante los trabajadores de Cargo (…) el proceso actual en el proletariado automotriz de Córdoba es el de surgimiento de nuevos delegados y pérdida de posiciones de la burocracia en los organismos de base de los sindicatos: los cuerpos de delegados y las comisiones internas (…) es un proceso “híbrido”: los nuevos delegados, en su mayoría, son opositores y honestos, a diferencia de la burocracia corrupta, pero no son combativos, ni mucho menos clasistas".
De las tendencias señaladas, la primera fue abortada por la derrota de la lucha de clases. La gran pelea de los trabajadores tercerizados de Cargo-Renault no pudo triunfar, pero dejó sentada una tradición de lucha. Tradición que, en cierta medida, expresa el Aguja Quiñones. Fue precisamente por eso que la burocracia de Camioneros acordó su despido antes de las elecciones truchas del 27/9.
La gran lucha de los trabajadores contratados de Iveco en el 2009, aunque también dejó sentada una muy importante tradición, no pudo triunfar. La división entre efectivos y contratados así como el rol completamente reaccionario de la burocracia del SMATA, dejaron aislados a los compañeros que luchaban y cerraron la perspectiva de sumar fuerzas para triunfar. Pero quedaron sentados dos importantes principios para la lucha de clases futura: la defensa de los trabajadores contratados, a los que la patronal y la burocracia considera material descartable, y que los delegados no se venden. Ese fue un gran ejemplo que dieron los dos delegados que se negaron a firmar el acta que condenaba a los trabajadores a la desocupación. Nuestro compañero Hernán Puddu sufrió la expulsión del SMATA y el posterior despido como represalia por no integrarse al mecanismo de control (traición) sobre los trabajadores y haber peleado, hasta el final, junto a los compañeros contratados.  
Tanto en la lucha de Cargo como en Iveco, quedó en evidencia la conquista estratégica que significa, desde el punto de vista capitalista, la división de las filas obreras. Si ya en el terreno de lo “puramente” económico, esta división implica un aumento de la rentabilidad capitalista, en el terreno de la lucha de clases es un factor de división que debilita la fuerza obrera. Precisamente por ello, la unidad de las filas obreras es un problema estratégico a ser superado para la lucha de clases.
Estas derrotas no llevaron a cambios en el terreno objetivo, que pudieran dislocar la fuerza social antes señalada, lo que había ocurrido en la crisis del 98’cuando se perdieron decenas de miles de puestos de trabajo y se cerraron importantes fábricas como Chrysler y General Motors. La relación de fuerzas objetiva se mantuvo de conjunto.
Por otro lado, el proceso de surgimiento de delegados opositores no clasistas pero más ligados a la base se continuó esencialmente en VW, donde los trabajadores le impusieron a la burocracia una derrota electoral en el 2010. Derrota que ésta pudo revertir, fraude mediante, hace un año, abriendo el camino para los despidos de enero del 2013 y para el avance de la patronal sobre los ritmos de trabajo. En otras fábricas esta tendencia se verificó de manera muy parcial, sin lograr convertirse en un proceso más extendido.
El crecimiento en la rama automotriz con las exportaciones a Brasil y el desarrollo de un mayor mercado automotor enmarcaron, desde el 2009, las contradicciones que hemos señalado. Esta conjunción de elementos creó una situación marcada por la combinación de un relativo conservadurismo, enraizado en la bonanza económica, con temor y cierta desmoralización, producto de las derrotas señaladas.
Pero ese conservadurismo no implicó la recomposición política de la burocracia. El odio hacia ésta se mantuvo y se extendió, pero sin conquistar nuevos canales. La conducción del SMATA pudo mantener su control a costa de desprestigiarse, actuando con métodos completamente coercitivos como las patotas, el amedrentamiento y la amenaza de despidos avalada por las empresas. Ese odio contra la burocracia y la patronal es la base sobre la cual puede emerger una nueva subjetividad, en la medida en que empiezan a cambiar las condiciones que lo mantuvieron en estado latente.

Fin de ciclo, crisis política y nuevas tendencias en el movimiento obrero

Lo que hemos definido como fin de ciclo a nivel nacional tiene un sustrato económico, basado en el agotamiento de las condiciones internacionales que le dieron marco a la “década ganada”. Ese agotamiento se expresa en el mercado automotriz donde, como se afirma acá, a pesar del record de ventas, cae la rentabilidad capitalista. De allí el inicio de ataques parciales sobre sectores de la rama automotriz mediante  suspensiones, despidos hormigas y la presión a retiros voluntarios. Esos ataques parciales son, por el momento, un enorme operativo de chantaje sobre la clase obrera para aumentar los ritmos de explotación. Pero, además, buscan preparar el terreno para una ofensiva mayor en la medida en que la crisis internacional golpee abiertamente sobre este sector. El dato central, desde el punto de vista de la subjetividad, es que esos ataques van minando las bases del conservadurismo existente.
Esas tendencias en la “esfera” de la producción están combinándose con el creciente rechazo a los partidos patronales que, fraude mediante, se ha ampliado. Lo que definimos como el embrión de una escisión política con el bipartidismo se expresa al interior de la clase trabajadora, donde las votaciones hacia el FIT fueron muy altas en algunos casos.
A su vez, la crisis de la “Narco-política” que golpea a De la Sota es también una crisis de las burocracias sindicales afines, entre las que se encuentran las de SMATA y el SEP. Si el triunfo electoral en el 2011 impulsó a Dragún al Ministerio de Trabajo de la mano de De la Sota y a Pihen a la Legislatura, el actual declive del gobierno provincial golpea sobre la burocracia que, precisamente por ello, guarda un estruendoso silencio ante el fraude o la crisis policial.
En este complejo escenario se dio la gran acción de los trabajadores de VW de este miércoles, que implicó un desafío a una de las patronales todopoderosas que intentan digitar la vida social y política cordobesa.  Multinacional que tiene a su servicio al estado provincial en su conjunto, como se evidencia en que el gobierno provincial le construirá una salida propia al camino de Circunvalación pero, más gráficamente, en la actuación de la Guardia de Infantería  que, este miércoles, ingresó a la empresa sin la orden de un fiscal, sólo a pedido de la empresa, como se informa en esta entrevista. 
Tan sólo 48hs antes de la medida de los trabajadores de VW, los obreros de la autopartista Valeo habían tomado la planta de esa empresa, exigiendo un aumento salarial y rechazando el despido de algunos de sus compañeros. Este jueves otra autopartista se hallaba en estado de asamblea, paralizando la producción, en rechazo al despido de un trabajador.
En pocos días se vieron tendencias nuevas entre la clase obrera de la rama metalmecánica. Tanto la acción de los trabajadores de Cargo como la de los trabajadores de VW, combinan un conjunto de factores que pueden empezar a delinear una nueva subjetividad: la paralización de la producción afectando el normal funcionamiento del mecanismo capitalista, el apoyo consciente a los compañeros que luchan por su reincorporación, el repudio a la burocracia sindical que traiciona abiertamente la pelea. Se trata de elementos incipientes o embrionarios de una nueva subjetividad donde los métodos de la lucha de clases pueden empezar a imponerse sobre las negociaciones entreguistas de la burocracia sindical. Pero esta tendencia sólo puede ampliarse y desarrollarse en la medida en que la izquierda obrera y socialista sea parte actuante del proceso.

Izquierda, movimiento obrero y lucha de clases

La gran elección de la izquierda en todo el país y la gran pelea contra el fraude en Córdoba actúan (molecularmente) sobre la conciencia de millones. La burocracia sindical peronista, que hizo de “los zurdos” el fantasma con que asustar a los trabajadores, se encuentra a contramano de una franja importante de la clase obrera. Este sentimiento, que en última instancia expresa las limitaciones estructurales del peronismo, constituye un punto de partida esencial para el avance de la izquierda revolucionaria.
En este marco, es posible formular la hipótesis de que en Córdoba, empezamos a presenciar la reversión de las derrotas que sectores de la clase obrera sufrieron en los últimos años Tanto la condición de posibilidad de esta reversión, como su dinámica futura, están estrechamente ligadas a la acción de la izquierda revolucionaria y sectores combativos del movimiento obrero.
¿A qué nos referimos? Las peleas que llevamos adelante desde el PTS actuando en primera fila en la lucha de Cargo del 2006 y la de Iveco en el 2009, además de un trabajo persistente en VW durante toda la década, permitieron la continuidad de algunas de esas tradiciones. Nuestra acción, peleando junto a los tercerizados y contratados aportó a construir algunos elementos fundantes de una nueva subjetividad. Esas tradiciones se mantuvieron en el tiempo, expresadas tanto en el programa como encarnadas en individuos. Ya hemos hecho mención al Aguja Quiñones y no podemos dejar de referirnos a la continuidad de la pelea de Hernán “Bocha” Puddu, lucha que luego se trasladó al terreno de de la denuncia política en su condición de candidato obrero que enfrentó a la burocracia y las patronales.
La posibilidad de participar desde adentro en esas batallas fue el fruto de una opción estratégica: la de apostar por el trabajo “gris y cotidiano” al interior de las fábricas, mientras otras corrientes de izquierda trotskista, entre ellas el PO, apostaban a otros procesos como el movimiento piquetero, hoy ausente de la escena. 
Ahora el FIT se presenta como una alternativa “atrayente”. Pero es preciso no perder de vista que la clave, para poder golpear sobre el poder burgués y sobre las grandes multinacionales como VW, Iveco o Renault, está en la organización real de la fuerza de los trabajadores. Eso implica la batalla por la construcción de agrupaciones antiburocráticas militantes que se propongan sentar las bases para conquistar cuerpos de delegados y comisiones internas, en la perspectiva de luchar por recuperar los sindicatos.
Las nuevas tendencias que hemos intentado reseñar son una base y un aliciente para esa pelea estratégica que, de desarrollarse, puede aportar a la emergencia de una nueva subjetividad en la clase obrera, más cercana a la de aquella generación que protagonizó el Cordobazo y el Viborazo, poniendo en pie los sindicatos clasistas de SiTraC-SiTraM y la Mesa de Gremios en lucha, entre otras fuertes instancias de organización. Se trata de una tarea más que urgente y más que apasionante.

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